La acción se narra desde el punto de vista de Bruno, el hijo de nueve años[2] de un militar de alto rango nazi. La familia de Bruno se ve obligada a abandonar Berlín cuando a su padre lo destinan para trabajar en el campo de exterminio de Auschwitz. La familia acepta el cambio con resignación. Desde la ventana de su nueva habitación Bruno divisa una verja tras la cual hay personas que siempre llevan puesto un "pijama a rayas"; en realidad se trata de judíos prisioneros. Explorando los alrededores de su nuevo hogar, Bruno conoce a través de la valla de seguridad del campo a un niño judío polaco llamado Shmuel, nombre que Bruno no ha oído antes pero que parece ser bastante común en ese sitio. Shmuel le cuenta la historia de su deportación y las terribles condiciones de la vida en el campo. Bruno entabla amistad con él y le visita a menudo, llevándole comida. Tras diversas peripecias, un día la madre de Bruno decide que el campo no es un lugar adecuado para vivir con su familia y toma la decisión de volver a Berlín.
Antes de irse, Bruno visita a Shmuel para despedirse y este le cuenta entre sollozos que no encuentra a su padre, ante lo que Bruno le promete ayudarle a buscarlo. Entra en el campo excavando bajo la verja y se pone un uniforme de preso que le consigue su amigo. No consiguen encontrar al padre de Shmuel y llueve, por lo que Bruno quiere volver a casa. En lugar de eso, los guardias del campo les obligan a entrar junto a una muchedumbre en un lugar "cálido" y "seguro". La historia finaliza con los dos niños agarrados de la mano dentro de una cámara de gas.
En el epílogo, el padre de Bruno descubre la ropa de su hijo junto a la alambrada e imagina lo sucedido. Meses más tarde, los aliados (aunque en la novela no se especifica quiénes son, Auschwitz fue liberado por el Ejército Rojo) se llevan a los soldados nazis y el padre de Bruno les sigue sin quejarse porque "ya no le importa nada lo que hagan con él.
Este anexo presenta una lista de los campos de concentración nazis.
Durante la Segunda Guerra Mundial, se construyeron centros de exterminio en una fase posterior del programa de aniquilación. Usualmente, los cuerpos de las víctimas fueron cremados o enterrados en fosas comunes. Se ha estimado que se establecieron unos 15.000 campos de exterminio y de concentración en los países ocupados por la Alemania nazi, sin incluir a los pequeños campos creados ad hoc para la población local.[1] La mayor parte de estos campos fueron destruidos.
El término "campo de concentración" fue utilizado por primera vez para describir a los campos operados por el Reino Unido en Sudáfrica durante la Segunda Guerra de los bóers, pero el término perdió algo de su sentido original cuando se descubrieron los campos de concentración nazis. Desde entonces, se entiende que se refieren a un lugar dominado por el maltrato, la inanición, el trabajo forzado y el asesinato.
Los datos utilizados en la elaboración de la tabla proceden en su mayoría de: Dawidowicz, Lucy S. (1986). The War Against the Jews, 1938-1945. Nueva York: Bantam, ISBN 0-553-34302-5. Una lista más completa con más de 1.600 campos de concentración puede encontrarse en una fuente oficial.[2]
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